Monday, February 16, 2009

Una historia en punto y seguido

En un subte cualquiera a las 8:30 a AM.

Nicolás juega a elegir quien es la chica más linda del vagón. La primera finalista es la rubia que parecía muy linda de lejos pero no tanto de cerca y que acaba de volver de sus vacaciones en Gesell, donde se dedico a tomar sol todo el día y a bailar música brasilera en el parador de su balneario. Pero ella no sabe que a pesar de todo su su bronceado, Nicolas decidió por premiar a Melina, una morocha de ojos color almendra, que estudia Bellas Artes y que esta yendo a clase para después se encontrarse con una amiga que no ve hace mucho, pero que cada vez que se juntan hablan durante horas sin parar. Nicolás la mira intentando generar un contacto de miradas que le permita juntar valor para decirle que había ganado el concurso de la más linda del vagón, cree que la ganadora siempre merece saberlo. Pero Melina nunca lo vio porque no podía dejar de mirar lo que estaba haciendo esa persona tan rara que tenia sentada al lado. Esa persona tan rara era Enrique, un contador de 43 años, soltero, que vive en Belgrano y que todas las mañanas completa rapidísimo los números de un libro de Sudoku en el subte, sin pensar y con números completamente aleatorios solamente para impresionar a sus compañeros de vagos. Lo había logrado con Melina pero no con Mario que se impresionó al principio pero ya se había dado cuenta de la mentira y miraba a la gente con cara de “¿qué le pasa a este?” pero nadie le devolvía la mirada cómplice, pensó en que boludos que eran todos y se dedico a leer el Deportivo de La Nación el resto del viaje. Mario estaba parado y ya no veía a Susana que estaba durmiendo al lado de Enrique y que ayer a la noche no había tenido sexo con su marido por 134 vez consecutiva. La última vez había sido después de una cena con amigos cuando, ya borrachos, se revolcaron en la cama como si fuera la últimas vez. Y por ahora lo era. Al lado de ella estaba Javier, que estudia en el Nacional Buenos Aires “El Colegio” y tiene un libro de biología abierto sobre sus piernas, tenia pensado estudiar en el subte pero no puede dejar de leer el otro lado del deportivo que está leyendo Mario. Lo malo de leer el diario de polizón es que no podés elegir cuando dar vuelta las paginas, pero Mario era lento leyendo y Javier llegaba a terminar la mayor parte de las notas.

Así se paso el viaje, el subte llego a la estación Pueyrredon donde se bajo Melina. A la estación tribunales donde se bajaron Nicolás y, sin que él se dé cuenta, la rubia atrás. En 9 de julio se bajaron Susana y Mario, y en Catedral Enrique.

Ellos no lo saben, pero fue un viaje muy divertido.

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