Friday, May 29, 2009

Le nuit mexicoise




Después de tantos días y noches trabajando con personas mayores de 40 anos, con gente de la política que tiene menos diez en onda y sin tomar más que un tequila alguna vez para aprovechar que estoy en México, por fin algunos amigos se dignaron a sacarme de fiesta. Y así lo hicimos.

Estaba en Cuernavaca (que es algo así como el San Isidro de México) y me tome el bus al distrito federal. No voy a hacer el cuento largo porque es poco interesante, pero después de una divertida cena en un sushi me preguntaron ¿A dónde quieres ir? A lo que yo respondí, a un antro antro (boliche boliche), donde haya fila, patovicas, te cobren un montón por entrar, donde se pueda bailar y todo eso.

Resulta que me llevaron al lugar más fresa (cheto) de México que se llama “El Hotel” (creo) y cuando llego me encuentro con una de las situaciones más bizarras con las que tuve que lidiar desde que llegué a este país, y eso que las situaciones bizarras fueron muchas. El tema es que no hay fila para entras, llegás a la entrada donde hay cadenas que no te dejan pasar. Toda la gente se para adelante de las cadenas, era mucha gente así que queda como si fuera un recital y donde el show es la entrada, efectivamente este recital tiene un showman… “Popeye”

Popeye es un señor de unos 40 anos, con la cara bastante operada que se para en la entrada del lugar y para entrar hay que ser autorizado por el. Como es el sistema? Muy simple, cuando llegás a la puerta tenés que levantar la mano y gritar “Popeye!!!! Popeye!!!! Somos cuatro Popeye!!!”. Así que la primera imagen de una disco mexicana que se tiene es ver a cincuenta subnormales al grito de Popeye Popeye!! Digno de una película de Robert Rodriguez.

Ahora, la gloria se da cuando Popeye te ve, y te señala, ahí el patovica te levanta la reja y pasas como si fueras el vip más vip del mundo. Cuando los chicos son elegidos saludan a Popeye como si fueran sus amigos de toda la vida y las chicas le dan un beso en la mejilla (es opcional, pero casi todas lo hacen).

A mi claro, no me daba para gritar Popeye (con la típica ye Argentina) así que me limite a mirarlo fijo hasta que me elija, al cabo de unos minutos no me señalaba entonces pensé en cambiar la estrategia, me fui atrás de la muchedumbre y me hice el interesado, ni bien hice eso, Popeye me miró y me señalo… los patovicas me levantaron la cadena, no lo saludé a Popeye y empezó la noche…

4 comments:

Inés Royo Oyaga said...

No me lo creo!

Anonymous said...

Che, y no contás lo interesante? Es decir, lo que vino después...

Anonymous said...

Si.. es q los mejicanos son como los neoyorquinos en ese sentido, vistess? Ademas, no seas maraca y conta a tu publico predilecto q hiciste esa noche!

Firulo said...

qué dificil nos iria a los petisos para que nos elija un popeye