Anochecer de un agitado día de clase

Hoy tuve clase. A eso de las 7 y 10 de la tarde, después de estudiar a la mañana y trabajar por la tarde, suelo tener clases. La de hoy, por ejemplo, es sobre redacción de discursos o “Speechwriting” como se dice en ingles, disciplina que en Argentina y Latinoamérica está poco desarrollada pero que acá se usa con frecuencia desde los 60’s y que yo personalmente tuve la oportunidad de ejercer en Argentina.

Las clases en USA no son muy distintas a las que tenía en Argentina salvo por tres razones fundamentales: la primera es que son en inglés, la segunda que los profesores tienen curriculums mucho mejores que los que tenían mis profesores allá (este profesor era el que le escribía los discursos a George H. W. Bush) y la tercera son mis compañeros. Es de ellos que voy a hablar hoy.

Los alumnos norteamericanos son muy diferentes a los latinoamericanos. Para empezar llegan puntuales. Siempre que la clase empieza, los que llegamos tarde somos los “foreigners” mientras que los locales, aunque odien la clase, siempre están antes que el profesor.

Se visten diferente. O en otras palabras, no les puede importar menos como vestirse. Las mujeres recién llegadas del gimnasio con calzas negras y sweater rozas aunque pesen 150 kilos., no sé si lo hacen para demostrar que están tratando de bajar todo eso que muestran o si realmente no les importa. Los hombres usan traje y gorra de beisbol. Las gorras de beisbol van con todo, a toda hora y en cualquier ocasión.

Se comportan diferente. Todos llevan sus laptopts Mac a clase (se ven pocas PCs) en las cuales chatean, chequean sus diez cuentas de mail, entran a facebook, escriben en tweeter, leen los tweeter de los demás y chatean chatean chatean. Todo menos tomar apuntes. En realidad lo que hacen es chatear con el resto de los alumnos que están en clase y hacer comentarios sin que el profesor les pueda decir “¿De qué se ríe alumno McClain? ¿Por qué no se lo cuenta al resto así nos reímos todos?” en esos momentos yo me siento bastante afuera de onda con mi simple anotador analógico.

Los que no tienen computadora no se quedan en el mundo off-line tampoco. Sin ningún tipo de descaro sacan los celulares y se pasan la clase mandando mensajes, además de todo lo que hacen quienes tienen computadoras.
No por hacerme el ñoño pero de verdad que es muy hinchapelotas intentar concentrarse en una clase cuando hay 50 enfermos haciendo tlac tlac tlac tlac todo el tiempo con las teclas de sus computadoras. Al menos los que usan el celular son más silenciosos.

Participan en clase diferente. Todas las clases toman la participación como parte de la nota, y se ve que en esta país les enseñan desde chiquitos a participar mucho en clase. El gran problema es que la mayor parte del tiempo estos muchachos no tienen nada para decir, nada, pero hablan igual. Levantan la mano con total impunidad para decir lo primero que se les pasa por su cabeza y el profesor, en su afán de no desmotivar a sus alumnos a que participen en clase, les contesta sus pelotudeses con una sonrisa. Voy a festejar el día en que un profesor por fin les diga a alguien que deje de preguntar forradas.

Se alimentan diferente. Como expliqué en el principio de este post, las clases son a las 7:10 pm, los gringos cenan entre las 5 pm y las 7 pm, ergo los alumnos cenan en clase. No, no es chiste, sacan un tupper con macaroni and cheese, o una hamburguesa de Wendys y se la morfan ahí en medio de la clase, como si fuera lo más normal del mundo. Algunos más tímidos, en vez de almorzar, sacan unas papas fritas y la coca y meriendan ahí mismo en su pupitre. No me digan que no es raro.

El semestre que viene voy a ser Profesor Asistente de una materia sobre Campañas en el mundo, una clase que pensamos y armamos con Flor y Ricky, y ahí van a ver estos gringos la disciplina académica latinoamericana. Que disfruten mientras puedan de su libertinaje.